miércoles, 17 de octubre de 2007

"Facilitación social del Control del Vector de Leishmaniasis en una comunidad”

(borrador)

Citar como: Karen Cronick (borrador sometido para publicación). "Facilitación social del control del vector de leishmaniasis en una comunidad".

1. INTRODUCCIÓN Y ANTECEDENTES

Se trata de una intervención ambiental en la comunidad de Maitana, ubicada en el Estado Miranda, cerca del pueblo de Paracotos que contempló la aplicación de principios teóricos de la Psicología Ambiental y de estrategias metodológicas de la Investigación – Acción - Participativa (IAP).

A guisa de introducción, haré una breve descripción de la comunidad. La comunidad está compuesta por varios sectores situados en una zona montañosa a una altura aproximada de 1000 metros sobre el mar. En el momento de la intervención la comunidad tenía unas 250 familias según un censo local llevado a cabo por el personal de la medicatura ambulatoria de la comunidad. Hay varios sectores, cada uno con sus propias características. En el Sector Corozal hay más pobreza y hay problemas escolares, epilepsia, problemas de retardo (debido a "cruces de familias"), alcoholismo, desnutrición y leishmaniasis. Las casas en el Sector Corozal son de bloque, baharque, tabla y lata.

Hay dos asociaciones de vecinos, una asociación civil (relacionada con el servicio médico ambulatorio) y tres asociaciones de padres y representantes. El Sr. Freddy Martínez estaba el encargado de "seguridad, ya que no hubo un jefe civil”. A la escuela asistían niños de Las Brisas, Paracotos, Los Anaucos y Latón. Había 250 alumnos.

En general se trata de una población de obreros (albañiles, "corta montes", conuqueros). Maitana recibe la mayor parte del agua que consume de quebradas naturales, muchas de las cuales están contaminadas. Hay problemas con la carencia de pozos sépticos y algunas personas se bañan, lavan la ropa y toman el agua de la quebrada, por esta razón hay lesiones de piel. El agua potable "no llega". En los demás sectores se emplean pozos de aguas profundas (o aljibes).

En el tiempo de mi asociación con la comunidad, los miembros deseaban resolver varios problemas ambientales (ver detalles abajo). Es en este marco de necesidades sentidas que se describe las actividades llevadas a cabo en colaboración con la colectividad, según las metodologías combinadas de la Psicología Ambiental y de la Psicología Comunitaria (específicamente según el modelo IAP).

2. Psicología ecológica dentro del marco de la IAP

El punto de vista ecológico enfatiza: a) el reciclaje de los recursos dentro de sistemas social y biológicamente inter-dependientes (en el sentido de que un cambio en los recursos en un nivel afectará los demás niveles), b) la adaptación de los individuos a las condiciones para la supervivencia del grupo, c) respeto por la diversidad social y biológica y d) la evolución temporal que afectará a todos los miembros en el sistema (Hobfoll y Lilly, 1993; Cronick, 1988). Cronick (1988), en este sentido, propone tres áreas de cambio para la intervención social (cambio personal, cívico y tecnológico), estos aspectos ecológicos que obedecen a las condiciones mencionadas arriba, deben ser tomados en cuenta en proyectos de cambio ambiental.

2.1. Justificación y antecedentes de la investigación propuesta

La investigación académica dentro del marco de la Psicología Ambiental puede considerarse como una contribución al entendimiento de los problemas vinculados a la relación entre las personas y el ambiente, pero también constituye una manera de buscar soluciones locales en el sentido de la investigación aplicada. Esta combinación del estudio científico y la intervención práctica involucra temas como la participación y la gestión ambiental. La participación (Sánchez, 1999, Das Gracas, 1981; Fenley 1982; Caro, 1997) y la gestión ambiental (Cronick, 1991; Granada, 1994) han sido tratadas en América Latina. El estudio de estos temas es un paso importante hacia su resolución.

Otro de los papeles que la psicología ambiental puede asumir tiene que ver con la re-evaluación de ciertos parámetros psicológicos como:

a) La solución individual de los problemas ambientales. Cuando se considera que las personas deben resolver sus propios problemas sin redes sociales coordinadas, la gama de soluciones posibles se limita, porque los medios financieros, legales y personales se circunscriben a lo que cada individuo o familia puede generar. En cambio, en Sánchez, Wiesenfeld y Cronick (1987) se pudo apreciar cómo los problemas propios a un conglomerado de individuos fueron re-construyéndose de tal modo que casi todas las dificultades se volvieron colectivas.

b) La construcción del sujeto social como “agente” que asume un papel activo en el diagnóstico, cambio y evaluación de sus problemas ambientales. A pesar de que los agentes sean sujetos determinados socialmente, son capaces de pensar de manera crítica y pueden decir “no” cuando haga falta (Cronick, 1998). Bajo este criterio el sujeto asume la responsabilidad de “crear” al mundo y no sólo “remendarlo”; es decir, metafóricamente hablando, el problema ya no es aplicar friso al rancho, sino crear comunidades viables, agradables y saludables. Se vuelve necesario reflexionar sobre el modo de vida existente y comparar esta reflexión, de manera realizable, con lo que podría llegar a ser.

La tendencia actual en la psicología crítica a cuestionar las bases positivistas de la disciplina es una de las maneras de buscar soluciones ambientales apropiadas para el continente. El relativismo epistemológico, el reconocimiento de la subjetividad, la contextualización histórica y la relevancia de lo ideológico constituyen aspectos paradigmáticos de lo que Rappaport (1977) llamó una “cosmovisión” profesional. El profesional en la psicología ambiental no sólo produce teoría y datos empíricos. En la práctica, el psicólogo promueve proyectos participativos en donde la consciencia ecológica y social van a ser valores importantes. Así las soluciones ambientales que producen el calentamiento global, la contaminación, las vecindades caóticas, las calles atestadas de vehículos, las edificaciones que fomentan inseguridad personal, y otros males no se consideran como condiciones ineludibles de la vida. Son objetos de reflexión y acción colectiva. Una noción de comunidad que incluye valores colectivos es necesaria para combatir problemas tales como aquellos que están relacionados con el empobrecimiento de los suelos y la el contagio de enfermedades como dengue y leismaniasis porque se requiere la colaboración de toda la comunidad para producir resultados positivos.

Bajo esta visión, la distinción entre la psicología comunitaria y la psicología ambiental se desvanecen. Cuando un artista y un facilitador comunitario promueven la elaboración de murales y la organización entre vecinos (Mujica, 1996) o cuando los vecinos se organizan para construir sus viviendas (Caro 1997; Sánchez et al, 1987), o cuando un grupo de madres se organiza para crear un espacio escolar para niños que son rechazados por el sistema oficial de educación (Medina, Romero y Jiménez, 1998), no sólo incorporan principios de la psicología ambiental y construyen una teoría útil, sino que trabajan directamente en la solución de problemas ambientales.

El estudio interventivo actual trató de una Investigación-Acción-Participativa (IAP) dentro de un contexto ambiental en la Comunidad de Maitana. Dicha comunidad ha venido desarrollando un proyecto de cambio social y tecnológico desde hace varios años. Entre las soluciones propuestas se puede mencionar talleres vocacionales para las mujeres y la creación de una "zona turística" en el área boscosa. Sin embargo existen áreas problemáticas que no han podido resolverse, como la presencia de vectores de enfermedades endémicas como la leishmaniasis. Las soluciones usadas hasta ahora han sido la fumigación y el tratamiento médico de las personas infectadas.

Se justifica la búsqueda de la satisfacción de esta necesidad dentro del ámbito de las tecnologías “adecuadas” debido a su bajo costo y por su naturaleza poco “invasora”.

3. LA INTERVENCIÓN AMBIENTAL

3.1. El Problema

Esta intervención puede clasificarse dentro del marco general de la Psicología Ambiental como una asesoría enmarcada en el área de la aplicación de tecnologías “alternativas”, “adecuadas” o “suaves” en un contexto comunitario y ambiental. En entrevistas preliminares con representantes de la comunidad se pudo identificar las siguientes “necesidades sentidas”:

1. La contaminación de las quebradas.
2. La talla de los árboles en las áreas montañosas.
3. Carencias económicas debido al desempleo y al subempleo.
4. Problemas de salud, retardo y carencias educativas entre los niños.
5. La transmisión de leishmaniasis debido a la presencia del vector que lo transmite.
6. La transmisión de dengue debido a la presencia del vector que lo transmite.
7. La transmisión de mal de Chagas debido a la presencia del vector que lo transmite.

Cinco de estas necesidades (números 1, 2, 5, 6 y 7) pueden tratarse como problemas ambientales cuya resolución puede concebirse dentro del marco de la promoción (autogestionaria y participativa) de la problematización comunitaria. La problematización supone la potenciación de los miembros de la comunidad en el sentido de acceso crítico a información sobre las tecnologías apropiadas para la solución de sus problemas ambientales.

3.1.1. El control ambiental de la propagación de enfermedades

La propagación de protozoarios parásitos intracelulares pertenecientes a diferentes especies del género leishmania (y otros organismos como el T. cruzi, que causa el mal de Chagas, y los varios virus de dengue) posiblemente se relacionó con el comienzo de las prácticas agrícolas que perturbaron a los ecosistemas debido al asentamiento de las poblaciones (indígenas y colonizadores) que ocuparon áreas en que los seres humanos no vivían antes. Algunas especies de protozoarios silvestres colonizaron los corrales y hábitats que rodeaban la vivienda rural, mientras que otras especies llegaron a colonizar la vivienda misma. (Gürter, Castañera, Cecere et al, 1997; Briceño, 1990).

Frecuentemente el control de los vectores de estas enfermedades ha sido concebido en términos de intervenciones físicas (y supuestamente aisladas), por ejemplo, la eliminación de vegetación o el rocío de insecticidas en los ambientes afectados. Este tipo de intervención puede tener efectos dañinos que incluyen la exterminación, no sólo de los vectores de enfermedades particulares, sino la aniquilación de diversas poblaciones de insectos. Especialmente, las prácticas que emplean agentes químicos pueden disminuir la biodiversidad, tanto en términos ecológicos en general, como en términos prácticos, por ejemplo con relación a la necesidad de preservar los insectos polinizadores para la agricultura. Otro de los efectos secundarios de esta práctica puede ser la contaminación de las fuentes de agua utilizadas para el consumo animal y humano.

El manejo ambiental consiste en una serie de medidas destinadas a controlar organismos nocivos sin recurrir a insecticidas y otros agentes que arrasan sin discriminación con poblaciones diversas de insectos. La Organización Mundial de Salud lo definió en 1980 en relación a los vectores de enfermedades contagiosas como "La planificación, organización, ejecución y monitoreo de actividades para la modificación y/o manipulación de factores ambientales o su interacción con los humanos con vista a prevenir o minimizar la propagación de vectores y reducir el contacto humano-vector-patógeno” (Gürter, Castañera, Cecere et al, 1997).

Gürter, Castañera, Cecere et al (1997) mencionan tres estilos de manejo ambiental para el control de vectores:

1. Modificación ambiental, para crear cambios permanentes o de larga duración en el hábitat del vector;
2. Manipulación ambiental, cuando se aplican medidas temporales o repetitivas para manipular los factores que limitan la reproducción, supervivencia o abundancia del vector, y
3. Reducción del contacto entre las personas y los vectores por medio de la modificación de las habitaciones o el comportamiento humano, y la zooprofilaxis i.c., uso de animales que no son reservorios del patógeno para desviar los ataques de los vectores a las personas).

El manejo ambiental está constituido por una serie de estrategias para lograr estas tres metas. Estas estrategias estuvieron en uso antes del empleo generalizado de insecticidas, como señalan Gürter, et al (1997):

“La aplicación de técnicas de manejo ambiental a gran escala data de principios del Siglo XX con relación al control de los mosquitos transmisores de fiebre amarilla y malaria. Con el advenimiento y amplio uso de los insecticidas órgano-clorados a mediados de la década de los ’40 del mismo siglo, el manejo ambiental cayó en relativo desuso hasta los 80. Su redescubrimiento posiblemente se debió al creciente costo de los insecticidas y desarrollo de resistencia de los vectores, a la progresiva toma de conciencia de los efectos adversos del uso indiscriminado de pesticidas de amplio espectro sobre el ambiente y la salud humana, y a los limitados éxitos del control biológico de vectores“ (Gürter, Castañera, Cecere et al, 1997).

El manejo ambiental tiene que ver con la identificación de los factores que influyen en el contagio de enfermedades a personas. En el caso del mal de Chagas, por ejemplo, hay dos factores asociados con el riesgo de infestación domiciliaria: la presencia de paredes agrietadas o no revocadas y la densidad de del vector (el insecto llamado “triatomino”, o, al nivel popular, el “chipo” en Venezuela). Ambos factores se relacionan tanto con la estructura de la vivienda como con las actitudes y prácticas de la familia frente a los triatominos (Gürter, et al, 1997; Briceño-León, 1990).

En un estudio sobre la modificación ambiental para reducir el contacto entre los triatominos y las personas, Briceño-León habla de la necesidad de estudiar:

“... el comportamiento de los hombres y las relaciones reales e imaginarias que ellos establecen entre sí, con la naturaleza y con la tecnología; comportamiento y relaciones que pueden favorecer, dificultar o impedir la transmisión de las enfermedades” (p. 11).

El problema ocurre cuando un parásito infecta un vector que luego lo transmite a un ser humano. Hay muchos factores que pueden interceder en esta relación entre el parásito, el vector y el ser humano. Briceño-León examinó factores en la transmisión de t.cruzi como la ocupación e ingresos de las personas, la construcción de la vivienda, el locus de control de las personas y su sentido de arraigo en las zonas donde habitan. Por medio de una intervención social basada en el modelo de la investigación-acción, este investigador facilitó un proceso de reconstrucción de viviendas rurales basándose en la tecnología del “baharque mejorado”, es decir, el uso de baharque frisado. La reconstrucción se hizo en base a préstamos pagables en cinco años. Los resultados fueran notables. Todas las dieciséis familias que participaron hicieron mejoras físicas en sus casas, pero además, lograron mejoras estéticas y crearon un sentido de orgullo comunitario. La autora de este trabajo, quien participó en la inauguración de las viviendas descritas por Briceño-León, pudo percibir no sólo viviendas sanas y bellas, sino también una gran conciencia colectiva entre los participantes sobre el hecho de haberse protegido contra el contagio de una enfermedad mortal.

3.1.2. Leishmaniasis

La leishmaniasis recibe su nombre de W.B. Leishman, quien en 1901 asoció los parásitos causantes de la enfermedad con los primeros síntomas de ésta. Leishmania es un protozoario unicelular que pertenece a la orden “kinetroplástida” y la familia “trypanosomatidae”. Es una enfermedad que ha sido descrita como uno de los seis problemas más importantes al nivel mundial (UNDEP, World Bandk & WHO, 1991). Hay tres tipos básicos de leishmaniasis:

a) a) kala-azar o leishmaniasis visceral: Aparece en múltiples países, sobre todo en el Norte de África donde ha producido estragos importantes. En las Américas la distribución aparece en “parches” que van desde el Sur de México hasta el Norte de Argentina. En Venezuela no es frecuente, pero ha sido identificados casos en Cojedes (Aguilar, Fernández, Fernández et al, 1984). Es una enfermedad sumamente peligrosa que sin el tratamiento adecuado puede conducir a la persona afectada a la muerte. Se presenta como lesiones en los órganos internos.

b) Leishmaniasis cutánea: Es endémica en más de setenta países. En el mundo se estima una incidencia de más 1.500.000 casos por año (Organización Mundial de Salud –OMS-, 2000a). Hay tres variedades americanas principales: L. peruviana, L. mexicana y L braziliensis, pero en Venezuela además se ha encontrado l. chagasi, L. garnhami, L. pifanoi, L. venezuelensis, L. colombiensis y L. guyanensis (International Leishmania Network, 2000). Existe en dos formas clínicas: a) la forma localizada, b) la forma difusa. Aparece como una o más lesiones, normalmente en lugares expuestos del cuerpo, como la cara, los brazos y las piernas (Ver Figura I). Un nódulo aparece en el sitio en que la persona ha sido picada por el vector, que luego puede convertirse en una úlcera. Las lesiones desaparecen de manera espontánea pero dejan cicatrices desfigurantes. Luego que la lesión desaparece, puede volver a presentarse (porque el protozoario se queda en la sangre y el sistema linfático), especialmente cuando la persona tiene bajas sus defensas naturales. En Venezuela hay varios focos, incluyendo los de los estados Aragua, Cojedes, Miranda (Guatire) y Lara (Barquisimeto y las montañas circundantes).

FIGURA I

LESIONES DE LA LEISHMANIASIS CUTÁNEA
Imagen tomado de la página web: http://www.cdfound.to.it/HTML/leis1.htm

c) Leishmaniasis mucocutánea: Es causada por L. braziliensis. Las lesiones son especialmente desfigurantes; se le ha llamada “lepra blanca” debido a estas desfiguraciones.

El ciclo de infección comienza con la existencia de un anfitrión vertebrado infectado con los promastigotes (Ver Figura II) de una variedad de del parásito de leishmania que entra en la sangre y penetra los macrófagos que allí encuentran. El macrófago muere y el parásito emerge en la forma de amastigotes que salen para afectar nuevos macrófagos. Después el vector flebótomo, al picar al anfitrión, ingiere los macrófagos infectados; en un paso subsiguiente los amistigotes infectan al vector y se reproducen como promastigotes. Cuando el vector se alimenta sobre un nuevo vertebrado, introduce los promastigotes en su víctima para comenzar un ciclo nuevo.

FIGURA II

CICLO DE INFECCIÓN

3.1.2.1. Los vectores

Los vectores de leishmaniasis son dípteros hematófagos de la familia Psychodidae, sub-familia Phlebotominae (Young & Arias, s.f.). Son pequeñas moscas similares en apariencia a los mosquitos. Las especias que se encuentran en Las Américas (que son activas en la transmisión de leishmaniasis) son agrupadas dentro del sub género Lutzomyla, (Young & Arias, s.f.) el cual contiene más de 196 especies.

FIGURA III

IMAGEN DE UN FLEBÓTOMO, VECTOR DE LEISHMANIASIS
Imagen tomado de: http://commons.wikimedia.org/wiki/Image:Phlebotomus_sp_01.jpg

Los vectores son muy pequeños, con alas redondas que se ven como “paradas” cuando descansan (ver Figura III); son activos sobre todo de noche, pero también de día en lugares oscuros. Sus hábitos de alimentación y los lugares donde anidan y se reproducen no son bien conocidos; en el laboratorio se alimentan de yeso, estiércol y comida para conejos, pero la alimentación para los ejemplares silvestres no está determinada (Margarita Lampo, comunicación personal).

Las larvas son pequeñas, similares a orugas. Se las ha recogido del suelo, de las madrigueras de animales, de las hojas muertas caídas de los árboles y de otros hábitats húmedos (Young y Arias, s.f.). Esta diversidad de sitios hace muy difícil su control.

Hay moscas del género Lutzomyia en toda América Central y Sur con la excepción de Chile, con mayor concentración en las selvas de las zonas bajas de América Central y la selva amazónica. Viven desde el nivel del mar hasta aproximadamente 3200 metros de altitud. La especie Luzomyia shannoi tiene la distribución geográfica mayor de todas, encontrándose en una distribución no continua desde el norte de Argentina hasta el nordeste de los Estados Unidos (Young y Arias, s.f.). Sin embargo, el alcance de vuelo de los flebótomos individuales es reducido ya que la distancia mayor de vuelo que ha sido registrada en un estudio de especimenes capturados, marcados y luego liberados y vueltos a capturar es de 960 metros después de un lapso de 36 horas (Alexander & Young, 1992).

Las hembras tienen que alimentarse de la sangre de vertebrados para poder depositar sus huevos. En un estudio hecho en Cojedes (Aguilar, Fernández, Fernández & Deane, 1984) se encontró que las especies Lu. panamensis, Lu. gomezi, Lu. lichi, Lu. ovallesi y Lu punctigeniculata se alimentaban de burros, seres humanos y perros (en el orden de frecuencia señalado). Otras especias como Lu atroclavata y Lu. trinidadensis tienden a alimentarse de pequeños roedores y reptiles.

4. PROPÓSITO

El propósito de la actual intervención ambiental se orientó a una oferta de colaboración de parte de la cátedra de Psicología Ambiental de la Escuela de Psicología, Facultad de Humanidades y Educación, de la Universidad Central de Venezuela y el Instituto de Psicología de la misma institución, para con los miembros de la comunidad de Maitana, Estado Miranda. Se propuso llevar a cabo en estudio sobre las “necesidades sentidas” en dicha comunidad con atención especial a los problemas descritos arriba. Este estudio de necesidades incluyó la exploración conjunta entre los miembros del equipo universitario y los miembros de la comunidad en la búsqueda de posibles soluciones dentro de las llamadas “tecnologías adecuadas”.

5. Objetivos

5.1. Generar y seleccionar alternativas de solución al problema de la transmisión de leishmaniasis:

5.1.1. Identificar los vectores de leishmaniasis en la zona de Corozal de la comunidad de Maitana, Edo. Miranda.
5.1.2. Identificar los lugares y horas del día en que hay contacto entre los vectores y los pobladores.
5.1.3. Generar conductas y estrategias para evitar el contagio.

5.2. Diseñar e implementar un plan de acción para la solución de este problema y evaluar las acciones realizadas.
5.2.1. Elaborar un plan de acción conjuntamente con los pobladores para reducir el contagio de leishmaniasis.
5.2.2. Facilitar procesos de toma de conciencia y la adopción de las conductas y estrategias generadas entre los pobladores.

6. POBLACIÓN

Se trata de los miembros de una comunidad pequeña, de modestos recursos económicos. En el momento de intervenir en el lugar había 22 casos de leishmaniasis reconocidos. Se identificó los líderes comunitarios para concentrar los esfuerzos interventivos en ellos, pero luego se extendió los contactos y el proceso de problematización a todos los residentes en la zona de Maitana llamada “Corozal”. En este caso se trata del establecimiento de grupos focales que tendrían funciones multiplicadoras dentro de la población general.

7. METODOLOGÍA

Se propuso llevar a cabo una intervención dentro del marco de la IAP y simultáneamente evaluar los resultados según el modelo de Guba y Lincoln (1989).

Guba y Lincoln (1989) promueven dos modalidades para hacer colectivas las construcciones individuales: a) entrevistas secuenciales y b) reuniones cara-a-cara. En las entrevistas secuenciales el evaluador formula preguntas básicas a los informantes iniciales en la comunidad u organización a evaluar. Son preguntas muy generales, y en el contexto de este estudio tuvieron una forma abierta como: ¿Qué es lo que le gusta de la comunidad? ¿Qué es lo que no le gusta? ¿Conoces la enfermedad de leishmaniasis? ¿Conoces la mosca que lo transmite? Qué más quiere decir al respecto? Al finalizar, se pregunta ¿Quién en esta comunidad piensa como Ud. con respecto a ....? ¿Quién piensa de otra manera? Los nombres dados por el primer informante constituirán los siguientes informantes. De igual manera las construcciones que emergen de las primeras entrevistas se incorporarán en las siguientes. Cada nuevo participante añade sus propias construcciones al proceso y sus contribuciones modificarán dialécticamente las anteriores. Este proceso sigue hasta llegar a la “redundancia”, es decir, hasta que los informantes no añadan nueva información o modifiquen sus apreciaciones anteriores.

Por medio de este procedimiento se logra: a) un muestreo simultáneo de los informantes y de los temas que se convertirán en la sustancia de la evaluación, b) la problematización de los temas detectados, c) la potenciación de los informantes, d) la potenciación y sofisticación progresiva de los temas por parte de los informantes y e) la colectivización de las respuestas individuales.
Es un proceso orgánico que ocurre por medio de la participación de un grupo nutrido de los participantes y no por el análisis impuesto por el evaluador. La transformación de las respuestas individuales no obedece a un esquema metodológico sino a la actuación de los participantes.

Al final del proceso se organizan reuniones cara a cara con los miembros de la comunidad. En estas reuniones propuestas por Guba y Lincoln (1989) las personas se confrontan directamente y hay dos posibles productos finales: a) un consenso, o b) un acuerdo sobre las áreas en que no puede haber consenso. No existe la necesidad de evitar que algunas respuestas “contaminen” las otras, porque el propósito es justamente la combinación dialéctica de las contribuciones individuales. Es de recordarse que en la resolución dialéctica de la tesis y la antítesis, ambas cambian para producir una nueva respuesta cuyo contenido es cualitativamente distinto de los elementos que la generaron.

Hay múltiples instrumentos para lograr encuentros: foros, grupos focales, grupos de trabajo, reuniones de careo, reuniones para “devolver” los resultados de problematizaciones anteriores, videos con discusiones, presentaciones teatrales, exhibiciones de fotos, pinturas colectivas, presentaciones con títeres, fiestas y sancochos.

En un sentido muy similar la Investigación-Acción Pariticpativa (IAP, Salazar, 1992) propone ciclos de cambio comunitario. Los ciclos repetitivos de actividades de “reflexión – acción” comienzan con un proceso comunitario de ponderación colectivo en que el grupo involucrado considera las condiciones actuales en que éste se encuentra y una visión del futuro sobre cómo desean que sean. Por medio de conversaciones, fotografías, historias orales y la recuperación de la memoria colectiva, se rescata la historia local del fenómeno estudiado. Ciertas metas son seleccionadas y el grupo considera lo que tiene que hacer y los recursos que hacen falta para lograrlo. Elaboran un proyecto concreto y lo ponen a prueba en la fase de la praxis, luego evalúan los resultados de manera colectiva y obtienen un nuevo plan de acción. Es requisito cardinal involucrar a participantes diversos y representativos, y promover la “potenciación” del grupo en el sentido de aumentar su complejidad, inclusión, efectividad y poder colectivo. Metas importantes son tanto el logro de reivindicaciones sociales como cambios estructurales. Cualquier técnica (censos, encuestas, foros, obras teatrales, exhibiciones y otros.) es aceptable mientras que el poder de decisión no se aísle de la comunidad, pero los métodos cualitativos generalmente son los preferidos. Las evaluaciones no son generalizables a otros contextos ya que se basan en la íntima reflexión de los grupos afectados, aunque recientemente Fals-Borda (2001) ha recomendado el estudio de “casos significativos” y estudios macro para lograr resultados más extendidos.

El conocimiento emergente que describe Fals (1992) promueve la construcción de una nueva ciencia, no sólo de la evaluación sino teórica también, con relación a la naturaleza de los grupos, el desarrollo económico y social, la convivencia y la autodeterminación.

Este tipo de construcción colectiva no es separable de la evaluación participativa. Los modelos de Guba y Lincoln, por un lado, y de Fals-Borda por otro, incorporan aspectos importantes como: a) la participación de todos los involucrados, b) la búsqueda de construcciones sociales nuevas y su transformación, potenciación y transmutación en nociones colectivas capaces de generar acciones concretas y c) el aumento de la efectividad y creatividad de las acciones colectivas e institucionales. En el mismo tono Lincoln (2001) señala que el construccionismo y la IAP comparten: a) un impulso hacia la acción, b) preocupaciones con el tema de la justicia social, c) una nueva relación entre el investigador y los demás participantes, d) presión por parte de las universidades para incluir la participación entre los temas estudiados, e) mandatos éticos que incluyen la necesidad de actuar de manera participativa y f) nuevas epistemologías que tienden hacia el “aprendizaje mutuo”.

7.2. Indicadores de cambio

Dado que el modelo IAP de intervención comunitaria requiere la elaboración de un proyecto participativo para la satisfacción de las “necesidades sentidas” de los moradores, los indicadores de cambio fueron construidos sobre la marcha de la intervención y al final incluyeron:

1. La satisfacción de los miembros de la comunidad con la solución ambiental que se desarrolla en el curso de las actividades de la intervención.
2. La eficacia general de la solución desde el punto de vista de los interventores.
3. El grado en que los miembros de la comunidad hayan sido “potenciados” (ver sección relacionada con las herramientas de la IAP) con relación a la solución de problemas ambientales en el futuro, es decir, al grado en que pueden resolver sus problemas sin la intervención de agentes externos.

7.3. Instrumentos:

1. Entrevistas abiertas: Se usaron el método del muestreo intencional (Guba y Lincoln, 1989) para obtener información en las etapas del diagnóstico y evaluación final.
2. Observación participante: Los interventores emplearon la técnica de los diarios de campo, y la generación de indicadores a partir del análisis de textos de dichos diarios.
3. El uso de fotografías: Se mostraban fotos digitales a los participantes por medio de un laptop, tomadas de aspectos de sus viviendas y del ambiente circundante, como material de problematización. Estas sesiones semanales ocurrían en las casas en pequeñas reuniones de vecinos.


8. Evaluación final

Esta evaluación final es producto de la interacción de todos los participantes y varias síntesis fueron elaboradas en presentaciones PowerPoint para la crítica, tanto de grupos pequeños de los pobladores, como para miembros de la Junta Directiva del Grupo de Vecinos.

8.1. Método empleado

Se propuso seguir la metodología de los círculos hermenéuticos de Guba y Lincoln. Este proceso evaluativo esta inserto, sin embargo, dentro de la metodología general de la IAP, por lo cual la evaluación final no puede considerarse como una etapa temporalmente distante de las demás etapas. De hecho se propuso identificar los “círculos”, que consisten de todas las agrupaciones y categorías de las personas que pueden resultar afectadas por la enfermedad y los cambios propuestos. Se mantuvo contacto, desde un inicio con la población y con representantes de estos círculos durante toda la intervención y por esta razón, la evaluación final consistió en un resumen de la problematización lograda con estos representantes.

8.2. RESULTADOS

8.2.1. Modificaciones en las construcciones sociales sobre la leishmaniasis en la zona

Al principio la investigación se concentró en aspectos físicos del contagio de la enfermedad. Llevamos a cabo contactos iniciales con médicos de los hospitales tratantes, funcionarios de servicios gubernamentales de salud y miembros de la junta directiva del consultorio local para atención primaria.

Este último es un excelente servicio, producto de la gestión municipal, hay un médico, un odontólogo y personas de la comunidad que organizan y administran programas de prevención como vacunación. Emplean un enfoque activo, de contacto constante con los vecinos en que se mantienen al día los datos médicos sobre los pacientes individuales y llevan estadísticas sobre la población en general que publican regularmente en las paredes del local. Su enfoque es comunitario, informan a las personas cuando necesitan reforzar sus vacunas y además organizan charlas en la escuela primaria local sobre asuntos especiales relacionados con la salud. Los miembros de la junta fueron muy colaboradores con nuestro proyecto.

Organizamos un censo de las personas afectadas con la leishmaniasis, tanto de los datos del centro ambulatorio de la comunidad como en el Hospital Victorino Santaella de Los Teques e identificamos las viviendas de cada individuo aquejado quienes entrevistamos en sus casas o en las instalaciones de la medicatura. Además se llamó a reuniones abiertas para explorar la posibilidad de incorporar a todas estas personas en el proyecto.

El método de Guba y Lincoln (1989) contempla la incorporación progresiva de las construcciones sociales ofrecidas por los participantes iniciales en un guión colectivo para los demás personas involucradas. En las entrevistas individuales salieron temas relacionados con la higiene personal, el uso de insecticidas, el uso de repelentes, el uso de mosquiteros, la alimentación, el uso de medicamentos, la presencia de animales domésticas y la vegetación cerca de las viviendas. Los resultados de estas indagaciones iniciales nos permitieron elaborar una idea preliminar de la difusión del contagio y lo que los vecinos consideraban los factores en su diseminación.

Al principio intentamos organizar una colección de los vectores vivos capturada en las casas pero esta técnica no dio los resultados esperados. Por un lado, hubo entusiasmo por parte de los miembros de la comunidad, y logramos muchas muestras de flebótomos en aquel lapso del proyecto, pero por otro, la fase siguiente que incluía la identificación y análisis de las muestras en un laboratorio del Centro de Ecología del Instituto de Investigaciones Científicas no pudo llevarse a cabo porque no se encontró una persona calificada dispuesta a participar en el proyecto. Yo, investigadora responsable, y de profesión psicóloga social, intenté suplir esta deficiencia, pero no tengo ni las destrezas científicas requeridas, ni las habilidades manuales para las operaciones de la disección de los insectos que son requeridos para estos procedimientos. No hubo, al final, quién pudo colaborar en este proceso.

Sin embargo, la elaboración de un censo de las personas afectadas por la enfermedad y la identificación de las viviendas de estos individuos, permitió identificar las concentraciones geográficas del contagio (ver descripción abajo en el siguiente apartado y la Figura IV) y se pudo determinar una estrecha relación entre la localización de las viviendas de los moradores y los patrones de infección.

8.2.2. Personas enfermas

A continuación presentaré un resumen de la relación entre la infección de personas individuales y otros factores colectivos implicados en el contagio que incluyen aspectos geográficos, las relaciones de familia y un análisis del papel de la construcción y diseño de las viviendas en la comunidad.

8.2.2.1. Implicaciones geográficas

Se detectaron personas enfermas de leishmaniasis desde varias fuentes, algunos por medio de los informes médicos del Hospital de los Valles del Tuy y otros por los datos que se mantienen en centro ambulatorio de la comunidad. En total se detectaron 22 casos activos en el momento de la investigación. Se representaron dichos casos con alfileres ubicados sobre un mapa de la zona (ver Figura IV), quedándose claro al nivel intuitivo la relación entre tres de las sub-regiones (a. Corozal, b. Los Mangos y c. Carretera de Maitana) y el patrón de contagio.

FIGURA IV

Patrones geográficos del contagio de leishmaniasis en Maitana

Para determinar la probabilidad estadística de esta relación, se emplearon los cuadrantes del mapa como zonas geográficas de igual tamaño, y, dada la relativa uniformidad de la población en estos sectores, se supuso una frecuencia uniforme de contagio esperado. En base a estos datos se comparó las frecuencias de contagio por medio de un Chi cuadrado. Los resultados son:

TABLA I


Relación entre las zonas geográficas y la frecuencia de leishmanias


Queda evidente la relación entre las zonas geográficas y la concentración de contagio, lo que nos permitió suponer que hubo factores ambientales y sociales relacionados con la enfermedad. Sin embargo la ubicación física de las familias en la zona se confunde con la proximidad consanguínea de familias extendidas, para descartar la posibilidad de factores subyacentes relacionados con la consanguinidad, se las exploró.

8.2.2.2. Personas enfermas, implicaciones de consanguinidad

Para el estudio genealógico se limitó las averiguaciones a la zona de Corozal, una de las más afectadas por la leishmaniasis. Los habitantes que han vivido por varias generaciones en la zona tienden a agruparse. Por esta razón se llevaron a cabo entrevistas con informantes claves de cada familia extendida para averiguar el papel de factores de descendencia (que incluye, evidentemente, tanto cultura y geografía, como factores genéticos). No se puede practicar un análisis estadístico de estos resultados, porque los grupos familiares no forman grupos independientes (algunas personas se contaron más de una vez porque aparecen a la vez en calidad de padres e hijos, y en algunos casos primos se casaron entre si), pero se puede apreciar ciertas tendencias al nivel intuitivo.

5.2.2.1. Los descendientes de los abuelos:

De estas cifras se puede apreciar que el patrón de infección no parece ligado a los lazos directos de consanguinidad porque los esposos y esposas de los descendientes demuestran patrones de contagio no muy diferentes a sus cónyuges. Sin embargo, al agrupar las familias por unidades nucleares (madre-padre-hijos) se puede apreciar un patrón más claro (Ver Figura V); los círculos representan mujeres, los triángulos significan hombres y los espacios resaltado de color rojo significan la presencia de infección por leishmaniasis:

FIGURA V



He elaborado las Tablas II y III para clarificar esta relación. La primera enumera las frecuencias de contagio por generación. En este análisis he eliminado los hijos sin pareja y/o sin descendencia para clarificar las relaciones involucradas. Algunas personas fueron contadas más de una vez porque aparecen en más de una categoría (padres e hijos) en las secuencias de generaciones. Es interesante que, de las siete personas infectadas en esta comparación, seis se agrupan en dos familias nucleares.

TABLA II
FRECUENCIAS POR GENERACIONES: FAMILIA I



No es necesario reproducir aquí todos los análisis individuales de todas las familias entrevistadas. Es suficiente señalar que el mismo patrón se repite en todas: el contagio se agrupa por familias nucleares (ver Tabla III) por no por lazos directos entre padres e hijos. Esto significa que la enfermedad tiende a afectar a personas que viven juntas pero no sigue necesariamente patrones de consanguinidad.

TALBA III
FRECUENCIAS POR FAMILIAS NUCLEARES: FAMILIA I



8.2.2.3. Personas enfermas: implicaciones de las viviendas

Llegó a ser evidente que, en la comunidad de Maitana, la leishmanias tiende a afectar a personas que viven juntas en una misma vivienda, además que personas que habitan sub-vecindades específicas. Por esta razón se comenzó a hacer un análisis fotográfico de las viviendas y el ambiente alrededor de ellas. Se reproducen en el Apéndice I algunas de estas imágenes (después de la bibliografía).

El modo de trabajo en esta etapa fue: a) visitar las viviendas individuales, b) fotografiarlas con el consentimiento de los dueños y c) reunir con grupos particulares de vecinos para analizar conjuntamente las fotos para determinar qué aspectos de las casas y las maneras de vivir en ellas, facilitaba el contagio.

8.2.2.3.1. Problematización y análisis fotográfico de las viviendas

Como se puede apreciar en las fotos adjuntas a este informe, las viviendas en la zona de Corozal, donde concentramos nuestros esfuerzos diagnósticos, tienen varias características que pudimos identificar como facilitantes para el contagio de la enfermedad estudiada porque las casas no son impermeables al vector, el flebótomo. El insecto es activo de las 6 p.m. hasta las 6 a.m. horas en que pueden penetrar al interior de las residencias y allí transmitir los protozoarios infectados a los seres humanos que viven en ellas. Los factores más importantes que identificamos fueron:

1. Ventanas y puertas sin tela de mosquetero,
2. Espacios para ventilación entre la pared y el techo.
3. Materiales de construcción de desecho con aberturas y huecos.
4. Paredes sin friso.
5. Instalaciones como cocinas y lavanderías abiertas, sin paredes ni techos protectores
6. Baños externos a las casas construidas.
7. Los espacios de esparcimiento y de juego para los niños externos a las casas construidas.

8.2.2.3.2. Construcción y materiales

Los materiales de construcción incluían componentes de desecho como tablas, pedazos de plástico y cartón. Otras casas tenían paredes de bloque pero carecían de vidrio en las ventanas. Algunas viviendas estaban construidas de baharque, pero normalmente estas paredes no tenían friso y algunas estaban en mal estado con huecos.

8.2.2.3.3. Ubicación de las viviendas

Corozal está ubicado en una zona protector sobre inclinaciones superiores a las que permite la ley. La mayoría de las casas están precariamente ubicadas y algunas están cerca de las quebradas que en tiempo de lluvia desbordan de sus riberas. Todos los moradores son pisatarios de larga data y aunque por ley podrían reclamar los terrenos donde viven, la condición de los terrenos, y la condición de protección legal de los mismos imposibilitan tanto la legalización de su situación como la obtención de financiamiento para la mejora de las viviendas.

Es probable que la cercanía a las fuentes de agua como quebradas cuya contaminación ha sido leve, también haya facilitado el contagio de la enfermedad. Todos los focos de infección siguen lechos de agua con esta característica.

8.2.2.3.4. Problematización de las viviendas

Tuve, junto con varios alumnos de la Especialización en Intervención Psicosocial de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela, sesiones semanales de problematización con los vecinos por más de un año. Las reuniones normalmente tuvieron lugar al aire libre en los patios de los vecinos o en la escuela primaria de la comunidad.

El objetivo de dichas encuentros era analizar colectivamente el diseño de las casas de la zona y generar soluciones al problema del contagio de leishmaniasis. Trabajamos directamente con fotos tomadas en el lugar que mostramos al grupo por medio de un laptop.

Pudimos identificar los siguientes problemas y posibles soluciones:

1. Los materiales de construcción no eran adecuadas y los vecinos no tenían los recursos económicos para comprar e instalar otros más apropiados. Sin embargo la mayoría sabían confeccionar paredes de bahareque y frisarlas. El empleo de este material, correctamente aplicado podría proveer barreras impermeables al vector de la enfermedad.

2. El costo de otros materiales importantes como marcos para ventanas y vidrio, tela mosquitero era prohibitivo para estas personas. Acordamos buscar financiamiento para esto. Sin embargo, nos dimos cuenta de las limitaciones legales señaladas arriba, y se volvió evidente que no íbamos a poder depender de estos recursos extraños a la comunidad.

3. Ciertos costumbres tradicionales de construcción eran desfavorables para la salud de los habitantes, y los hacían vulnerables al contagio por los vectores que son activos entre las 6:00 p.m. y las 6:00 a.m., por ejemplo,
a. El espacio para ventilación ubicado entre el techo y las paredes. Es necesario tapar todos los espacios de ventilación y las puertas con tela mosquitera de tejido fino.

b. La cocina y otros espacios ubicados fuera de las viviendas. La solución a este problema es ubicar dichos espacios dentro de la construcción de la casa la cual tiene que estar protegido por paredes adecuadas y tela mosquitera de tejido fino.

c. La ubicación de los espacios de recreación, preparación y consumo de comida y limpieza fuera de las viviendas. Es costumbre de los moradores llevar a cabo casi todas sus actividades fuera de la vivienda. Hay espacios para comer, conversar y jugar que han sido limpiados de vegetación donde pasan la mayor parte de su tiempo. De hecho, algunas casas son tan pequeñas que sólo cabe en ellas una cama matrimonial donde todo el mundo se acuesta a la hora de dormir. En casi todas, los espacios para camas ocupan la mayor parte el área accesible. Sin embargo, junto con los vecinos nos dimos cuenta que algunos hogares ya tenían porches, cuyo propósito era proteger a los niños pequeños, limitando sus posibilidades de alejarse de la vivienda. Tuvimos la idea de incorporar estos espacios recreativos dentro de la zona protegida por tela mosquitera en las partes construidas.

d. La cercanía de las viviendas al lado de las quebradas y tierras húmedas, hecho que garantiza acceso a agua pero también aumenta la cercanía a la población de vectores. La única solución a este problema es la reubicación de las viviendas y la mayoría de los participantes se oponían a este cambio.

8.3. Resumen de las soluciones

1. La reconstrucción de las viviendas usando materiales de construcción accesibles como el bahareque.
2. El empleo de tela mosquitera y vidrio en ventanas, puertas, porches y espacios de ventilación.
3. La incorporación de dependencias como cocinas y baños dentro de las viviendas.
4. Al ser posible, la reubicación de las viviendas en espacios más seguros y lejos de las quebradas.
5. La continuación del proceso de problematización sobre el diseño de las viviendas.

8.4. Problemas encontrados con relación a estas soluciones

Se puede dividir este tema en cuatro categorías: a) los problemas organizativos, b) los problemas legales, c) problemas políticos, d) problemas personales.

8.4.1. Los problemas organizativos:

Hubo varias dificultades organizativas relacionadas con la experiencia en Maitana. La primera tuvo que ver con la imposibilidad de organizar el análisis de las muestras de flebótomos recogidos por los vecinos en sus casas. En el laboratorio en el IVIC donde habíamos acudido para esto, no existía la posibilidad de conseguir ayuda y experticia técnica, y ningún estudiante de pregrado se interesó en hacer su tesis de grado sobre el tema. Tuvimos que intentar llevar miembros de la comunidad al laboratorio para esto; los voluntarios eran estudiantes de secundario, y los problemas logísticos del traslado, junto con las inconvenientes técnicas relacionadas con la identificación y disección de cada insecto hicieron imposible esta fase de la intervención. Inclusive intenté hacerlo yo misma, pero mi dexteridad manual no era suficiente para cumplir con la tarea.

8.4.2. Los problemas legales:

En este renglón se puede mencionar la situación de los vecinos del sector de Corozal de la comunidad Maitana que no podían legalizar la tenencia de las tierras donde habían vivido por generaciones por dos razones: a) las tierras están ubicadas en una zona protectora que surte de agua el embalse del Tuy y b) muchas de las casas están construidas sobre las laderas de las montañas en pendientes superiores a lo permitido por la ley, o están ubicadas demasiado cercas al afluyente principal de agua de la comunidad. La legalización de las casas era un paso necesario en nuestros intentos de conseguir financiamiento para la reconstrucción de las viviendas.

8.4.3. Los problemas políticos:

Los demás miembros de la comunidad identificaron un área no-habitado donde algunos de los vecinos de Corozal podrían reubicarse. Sin embargo, grupos políticos decidieron intentar llevar a este espacio personas sin techo de Caracas. Hubo una confrontación al respecto. Además, los vecinos de Corozal no querían cambiar sus viviendas, algunas de las cuales eran grandes y todas de las cuales tenían amplios espacios de jardín y recreación, por casas más pequeñas en lotes minúsculos de terreno.

8.4.4. Los problemas personales:

Tuve que dejar de participar en la facilitación del proyecto en Maitana debido a un problema de salud que me impidió trasladarme a la comunidad y allí subir los caminos empinados de montaña para seguir con las actividades. Este inconveniente duró más de un año.

8.5. El agua y los afluyentes

La comunidad de Maitana se encuentra en una cuenca por donde pasa un corriente de agua principal con muchos afluentes pequeños. Los moradores los han usado para resolver sus necesidades al respecto desde los primeros pobladores se asentaron en la zona. Inclusive, como se ha señalado arriba, estas fuentes también ayudan a abastecer las necesidades de Caracas.

Dichos manantiales son importantes para nuestras consideraciones por dos razones: a) el contagio de leishmaniasis es mayor donde el agua humedece las tierras alrededor de las viviendas, y b) la cercanía de las viviendas a las quebradas las pone en riesgo en la temporada de lluvias.

Actualmente las fuentes se secan como provisión confiable de agua y se contaminan porque los vecinos devuelvan las aguas negras a las quebradas por medio de mangueras.

9. REFLEXIONES FINALES

Quisiera resumir la experiencia de intervención en Maitana y elaborar algunas recomendaciones para futuros estudios que emplean el método participativo de la Investigación-Acción-Participativa.

En este informe he presentado los resultados de un proyecto de IAP en una comunidad semi-rural en donde, desde un menú de varios problemas psicosociales y de salud, se eligió estudiar el contagio de la leishmaniasis, sobre todo desde la perspectiva de la relación entre el vector y los seres humanos que habitan la zona. Se trata en un área montañosa en donde la infección está concentrada en tres sectores. De ellos, se decidió estudiar e intervenir de manera intensiva en uno de las parcelas de la comunidad, Corozal.

La Psicología Ambiental tiene como interés principal el estudio de la relación persona/ambiente, y desde esta perspectiva existe la posibilidad de trabajar con una visión colectiva, mientras la medicina y las disciplinas de la salud tienden a intervenir con respecto al paciente individual ya enfermo. De manera similar, los profesionales de la salud tienden a considerar la prevención de enfermedades como un problema de control sobre las poblaciones vulnerables o los ambientes que habitan, y típicamente, el dominio de un vector que transmite organismos infectados es manejado por medio de sustancias químicas como insecticidas. Estos dos modos de actuar en nombre de la salud conllevan algunas dificultades, por ejemplo, la medicina tiene poco que decir sobre prevención (excepto cuando existen vacunas eficaces –y no las hay para leishmaniasis), y por otro lado, las sustancias empleadas para eliminar los vectores pueden causar daños ecológicos, envenenar a las personas o conducir a la producción de poblaciones de vectores inmunes a dichos materiales.

Las miradas amplias de la Psicología Ambiental y la IAP permiten tomar en cuenta aspectos preventivos como la cultura, los modos de construcción de edificaciones, aspectos de la relación entre varios especies y la existencia construcciones sociales relacionadas con la sociología y la política que pueden influir en el fenómeno estudiado. Desde este punto de vista las personas pueden considerarse como “agentes”, esto es, personas capaces de lenguaje, razón que poseen la facultad de decidir y actuar. Los participantes en un estudio ambiental que contempla también la IAP, proveen datos y otra información, pero también pueden actuar al respecto.

He descrito como los vectores de leishmaniasis son activos por aproximadamente doce horas desde las 6:00 P.M. y como sus hábitats naturales han sido invadidos progresivamente por los seres humanos. La hembra flebótomo se alimenta de sangre vertebrada para poder reproducirse como parte de su ciclo de vida natural y esta es una característica suya que tiene independencia de la existencia de los hombres y mujeres que compartan los mismos territorios, excepto cuando pueden ser “utilizados” como fuentes de nutrientes.

Una vez que las personas se hayan instalado en una zona “infectada”, desarrollan historias de vida, inviertan recursos económicos y de compromiso social y acrecientan su arraigo en los lugares donde viven.

Se ha propuesto en este estudio adoptar un punto de vista ecológico donde el bienestar de las personas y su ambiente coexisten como factores psicosociales.
Dadas las dificultades que tuvimos con el desarrollo del proyecto no se puede evaluar la eficacia de las soluciones logradas o la satisfacción de los participantes al respecto. Lo que sí es susceptible a ser evaluado es el logro de construcciones sociales compartidas con respecto a: a) el proceso de contagio en Maitana, b) aspectos culturales en la zona de Corozal que conducen al contagio y c) aspectos de las viviendas en Corozal que no protegen a los moradores.

El contagio de la enfermedad en Maitana está contenido por la geografía de la zona. De las 14 sub-comunidades, los enfermos viven en sólo tres de ellas: Corozal, Los Mangos y Carretera de Maitana. Dado que estas personas viven en familias extendidas con cierta cercanía territorial, se decidió revisar las relaciones de consanguinidad entre ellas para descartar este factor, y no se encontró vínculos de este tipo.

Un análisis de imágenes (colectivo y cualitativo) de las viviendas en la zona subrayó factores socio-culturales que incrementan la vulnerabilidad de los habitantes de una de estas zonas, Corozal. Es una cultura donde la mayor parte de la vida ocurre fuera de las viviendas, donde las personas comen, descansan, juegan y socializan fuera de sus viviendas que están rodeadas de vegetación espesa y atractiva. Las cocinas de muchas de las casas, y casi todo los baños están ubicados fuera de la construcción principal.

Además están construidas a partir de materiales de desecho en la mayoría de los casos. Existen también viviendas de bahareque y de bloque, pero aún en estos casos no hay tela mosquitero en las ventanas o puertas y de igual forma los demás espacios para ventilación permiten el paso de los vectores.

En conclusión se puede señalar varios factores socio culturales que facilitan el contagio de la enfermedad.

1. La geografía, que concentra los vectores infectados en tres sectores de la comunidad que están cerca a quebradas, y por lo tanto, tierra húmeda.
2. La cultura, que se basa en un estilo de vida llevado fuera de las viviendas.
3. La construcción de las casas con materiales defectuosos y con diseños insuficientes.

A raíz de estos hallazgos, se problematizó algunas posibles soluciones con los miembros de la comunidad. Las conclusiones principales eran:

a) Algunas viviendas tienen que ser reubicadas porque: a) se encuentran en la zona protectora, b) están construidas sobre pendientes peligrosos y/o c) están ubicadas cerca de las quebradas; sin embargo sus dueños no ven con agrado esta solución.

b) Todas las viviendas tienen que ser reconstruidas con materiales impermeables al vector de leishmaniasis.

c) Todas las viviendas tienen que ser reconstruidas para incorporar elementos culturales por medio de elementos arquitectónicas como porches amplios y encerrados con tela mosquitero para que los moradores, que están acostumbrados a vivir “fuera” pueden quedarse protegidos en las horas en que el vector está activo. Además se debe explorar el uso de bahareque con friso, una técnica que los vecinos conocen y que tiene muchas virtudes: 1) es termo-aislante, 2) es resistente a movimientos de tierra como pequeños deslizamientos y terremotos y 3) es económico.

d) Las dependencias que ahora son externas a las casas como cocinas y baños tienen que ser incorporadas a la construcción principal.

e) Los vecinos de las zonas vulnerables que tienen que alejarse de sus casas en las horas en que vectores son activos, o las personas que visitan estas zonas, deben usar ropa adecuada y repelente.

Como observaciones finales quisiera comentar sobre la situación política y económica en la comunidad en los momentos de nuestras actividades allí. Había en el lugar organizaciones socio-cívicas activas y eficientes que gozaban de apoyo generalizado entre los pobladores. El servicio médico, respaldado económicamente por la gobernación del Estado Miranda y administrado por un comité de vecinos, mantenía contacto estrecho con las personas que vivían allí y empleaba un enfoque activo en la educación y supervisión de su salud. Cada sector tenía una asociación de vecinos vigente y se coordinaba a todas en una federación de asociaciones que se reunía de manera regular.

En el momento de iniciar la intervención la mayoría de comunidad comenzaba a beneficiarse de nuevos programas asociados con los cambios políticos al nivel nacional. Varias mujeres disfrutaban de préstamos para iniciar micro-negocios como la producción de gorras y la preservación y venta de frutas. Estos cambios estimulaban en muchas personas el deseo de satisfacer las necesidades de renovar y reconstruir sus viviendas.

Sin embargo, hubo en este entonces una “brigada” que promovía la reubicación de personas destechadas. Mis actividades fueron vistas con desconfianza por este grupo, en parte debido a mis orígenes (estadounidenses) y en parte porque yo no tenía lazos con actividades políticas del gobierno. Además mis objetivas no concordaban con los de la mencionada organización: sus miembros querían construir viviendas de emergencia, sin diseños problematizados, y sin consideraciones respecto a mis empeños, que contemplaban la facilitación de la construcción de casas impermeables al vector de leishmaniasis y apropiados culturalmente.

Además, Corozal, el sector donde concentramos nuestras actividades, no sólo está ubicada en una zona protectora, sino también tiene como dueño ausente (por más de medio siglo) una compañía importante en el país. Cuando íbamos en comité para la alcaldía de Guacaipuro en los Teques, la funcionaria que nos atendió nos dijo francamente que las posibilidades que tenían los vecinos de registrarse como pisatarios, eran mínimas.

Con respecto al uso de la IAP en esta experiencia tengo dos observaciones principales:

Primero fue un método fecundo de llegar rápidamente a conclusiones útiles con respecto al contagio de la enfermedad, pudimos darnos cuenta del papel de la geografía en su diseminación, y reconocer la función de la construcción de las viviendas en la misma. Los vecinos también pudieron percatarse de esta relación y comenzar a buscar soluciones apropiadas.

Segundo, hay que observar que la extrema vivacidad del enfoque requiere llevar los proyectos de intervención con cautela: existe siempre el peligro de adelantar la conclusión de proyectos individuales y avanzar a la solución de nuevos problemas comunitarios relacionados con el primero. En nuestro caso, una vez identificada la relación entre contagio, geografía y viviendas, los vecinos querían movilizarse a buscar fondos para la reconstrucción de sus casas y la legalización de los terrenos donde vivían.

En resumen, mi experiencia en la comunidad fue fructífera a pesar de la necesidad de interrumpirla debido a mis propios problemas de salud.




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*Young, D.G. & Arias, J.R. (s.f.). Flebótomos: Vectores de Leishmaniasis en las Américas. Cuaderno Técnico 33, Washington: Organización Panamericana de la Salud.

Apéndice I

FIGURA VI
En una sola habitación se puede apreciar dos presentaciones de bahareque: uno sin frisar y con huecos, y otro nuevo e impermeable pero sin frisar.



FIGURA VII
Esta foto demuestra la contrucción de una pared usando materiales de desecho. Está lleno de huecos por donde el vector puede penetrar con facilidad.



FIGURA VIII

Esta foto ilustra el uso de un espacio para ventilación entre el techo y la pared. La solución propuesta fue cubrirlo con tela mosquitero y mantenerlo en buenas condiciones.



FIGURA IX
Una lavadora ubicada fuera de la vivienda.


FIGURA X
Una casa de barhareque recién contruida, pero todavía sin frisar.



FIGURA XI
Este es un porche (con las puertas abiertas por el momento) que tiene por propósito limitar el espacio de juego de niños pequeños. La casa está contruida muy cerca a una quebrada.



FIGURA XII
Es una foto de una reunión entre los vecinos y los facilitadores en el patio de una casa en Corozal.

martes, 5 de junio de 2007

El Imaginario y la ciudad







Citar como: Karen Cronick 82007), El imaginario y la ciudad, Trabajo presentado en el XXII Encuentro Nacional de Estudiantes de Arquitectura
Mérida, 26/5 a 3/6, 2007


Los quehaceres de los arquitectos, los urbanistas, y los profesionales de las humanidades que tienen que ver con el ambiente coinciden en muchos aspectos. Es una relación compleja e interdependiente que influye mucho sobre el bienestar de los habitantes de los centros urbanos y constituye uno de los focos principales de las preocupaciones de los psicólogos ambientales. Tan interdependiente es la relación que no puedo considerar cada elemento por medio de un subtítulo por separado.

La relación está mediada por el imaginario de la ciudad, es decir, los valores, las preferencias, los anhelos y la conducta de quienes forman parte de nuestra mutualidad como cohabitantes de las mismas circunstancias y proximidades. Es un aspecto de nuestra existencia que existe y se tramite lingüísticamente.

Dice Lozada (2007, p. 6)

"Toda sociedad, como señala Colombo (1993: 99), “crea un conjunto ordenado de representaciones, un imaginario a través del cual se reproduce y que, en particular, designa al grupo para sí mismo, distribuye las identidades y los roles, expresa las necesidades colectivas y los fines a realizar”. La vida social y con ella sus conflictos, se articulan a estos sistemas simbólicos."

El imaginario es el efecto total de la combinación dialéctica de los discursos individuales, los cuales se relacionan con las prácticas de la colectividad, el entorno físico y lo simbólico.

Otro elemento importante para entender el imaginario es el poder. Se encuentra en los mensajes de los medios de comunicación y las instancias sociales como instituciones públicas y privadas. Por esta razón el imaginario puede encontrarse dividido en facciones, diferentes representaciones o inclusive diferentes manifestaciones de la voluntad de cambio en la sociedad.

Por esto el imaginario no es uniforme. De la misma manera que la ciudad tiene muchos estilos arquitectónicos y diferentes vías para llegar al mismo lugar, diferentes facetas de un mismo fenómeno imaginario pueden influir de manera contradictoria sobre las personas. Dijo José Beltrán (s.f):

"Lo que hace a un ser específicamente humano es el hecho de ser social. Construimos ciudades toda vez que las ciudades nos construyen. Y si es cierto que somos habitantes de la ciudad, no es menos cierto que la ciudad nos habita. De ese proceso queda la huella de los espectros culturales que jalonan nuestro devenir."

Arturo Almadóz (2003) intenta acercarse al imaginario de la ciudad venezolana por medio de una exploración histórica y literaria en donde describe una sociedad que recién sale del colonialismo, una oligarquía agrícola y comercial, y luego pasa a describir las transformaciones obligadas por la revolución petrolera. Finaliza con un retrato de la ciudad que desea emular la modernidad norteamericana, confrontada con el anhelo conflictivo de los campesinos rurales que han emigrado a la metrópolis: es el sueño simultáneo del retorno y del progreso.

En esta presentación no pretendo recorrer la historia de la ciudad, ni ofrecer una descripción cabal de ella. Pretendo examinar algunos efectos del imaginario y confrontar estos aspectos con algunas exigencias de cambio que nos confrontan en la actualidad. Para hacer esto tengo que enfrentar ciertas contradicciones entre las características físicas de Caracas, con usos no planificados que los ciudadanos hacemos de ellas. Luego intentaré problematizar algunos problemas creados por esta confrontación.

Los espacios urbanos y el espejo de lo social

Naturalizamos situaciones ambientales. Es decir, aceptamos como “natural” y como conocimiento ordinario ciertas condiciones que se han desarrollado paulatinamente y comenzamos a admitirlas como “hechos” inevitables, como un día lluvioso o una cola de tráfico.

En todo caso, todos los “hechos” son construidos lingüísticamente y forman parte del imaginario. Al nombrar un fenómeno o un evento, le asociamos características que nos permiten identificarlo después, y luego interpretamos la palabra según ellas. Por esta razón la interpretación no trata de una simple asignación de significado, como hace el diccionario donde cada palabra tiene sinónimos que la definen.

De esta manera una cola de carros en la autopista puede asociarse con la palabra “inevitable”, que señala nuestra propia reacción frente a las demoras que tenemos que enfrentar personalmente para llegar al trabajo en la mañana y regresar en la noche.

Ciertamente la existencia de autos particulares y las autopistas se debe a la construcción física de la realidad. Es decir, la cola está allí y mucha de nuestra conducta como chóferes obedece a leyes físicas; por ejemplo, el lento avanzar y pausar del movimiento de los vehículos, visto desde un avión, revela su naturaleza como una onda en expansión y retracción. Obedecemos a estas leyes aunque ignoramos nuestra obediencia: pensamos que como individuos escogemos mover o parar nuestros carros. Una vez que hemos construido nuestras ciudades, hemos creado ciertas condiciones que rigen nuestras vidas como habitantes en ellas.

Lo que pasa es que como sociedad histórica hemos elegido manufacturar el auto particular, construir las carreteras, y edificar las ciudades de maneras muy particulares. Nuestra parte en estas decisiones queda como eventos imperceptibles, y al decidir cambiar las condiciones que nosotros mismos hemos creado, tenemos que inventar actos casi revolucionarios. Por ejemplo, podríamos decidir prescindir de un carro, un televisor, el aire acondicionado o simplemente los bombillos fluorescentes porque hemos desarrollado una conciencia ecológica que entra en conflicto que la ciudad despilfarradora. Estas medidas son individuales, pero pueden convertirse en actos colectivos e influir sobre la creación de un nuevo imaginario.

Pero para tomar esta decisión hace falta “denaturalizar” ciertos conocimientos que tenemos sobre qué es una ciudad y qué son nuestros papeles en mantener vigente una versión particular de la vida metropolitana. Si no hacemos este trabajo de desnaturalización, nuestro ambiente nos parece normal, aunque tal vez tenga algunas características que no nos agradan.

Para cuestionar el imaginario tenemos que dejar emerger nuestros propios conceptos con relación a "ciudad". Esto es, tenemos que “problematizar” nuestra relación como ciudadanos y ciudadanas, y nuestra reciprocidad con el ambiente circundante.

En algunos casos adoptamos modelos, tanto arquitectónicos, como legales y de valores que no nos pertenecen, es decir, importamos intacto una especie de “Cubo Negro” (el apodo de un edificio de Caracas), construido para sobrevivir temperaturas bajo cero, a nuestro ambiente tropical donde no hace falta resistir el invierno, y no pensamos en desarrollar diseños que aprovechan nuestra clima de primavera eterna. Olvidando a las tradiciones arquitectónicas que vienen de África, de los Moros ibéricos, del arquitecto Carlos Raúl Villanueva, y de la tradición colonial; terminamos con plantillas importadas de climas distintas que requieren sistemas cerrados de enfriamiento artificial.

La problematización, originada en el trabajo de Paulo Freire, es un proceso de cuestionamiento progresivo en que se elabora una nueva contextualización del imaginario existente, y en donde se permite aflorar conocimientos que han sido ideológicamente ocultos. Al problematizar las personas aprenden lo que "siempre sabían" y se dan cuenta de aspectos obvios de sus vidas que habían pasado por alto en sus faenas diarias.

Por ejemplo, los arquitectos pueden darse cuenta que una habitación con una ventana no permite la circulación del aire natural. La brisa choca contra la pared del otro lado y no puede hacer su trabajo de refrescar el ambiente interno al cuarto. Una solución es un equipo de aire acondicionado, pero otro recurso podría ser un diseño que toma en cuenta los corrientes y soplos de afuera y dirigirlos por los ambientes construidos.

El final del proceso de desnaturalización ocurre cuando los profesionales y los usuarios llegan a acuerdos que tomen en cuenta los aspectos estructurales de la ciudad que son perjudiciales a largo plazo para sus vidas y para el ambiente.

Ferullo (1991) refiere al fenómeno de “pensar juntos”. En un sentido similar Wiesenfeld (1996) habla de “desconstrucción” como un proceso en las personas desarrollan nuevos vocabularios para describir los ambientes de siempre. Se trata de una reconsideración de nuestros valores y la necesidad de llenar las palabras huecas del imaginario ambiental, tales como “ambiente”, “ciudad”, “vivienda”, “vecindad” y “espacios públicos”, que aparecen por igual en boca de Tirios y Troyanos.

Al final, los valores son “instancias de fe” que normalmente no elegimos sino que hemos heredado. En estos tiempos del eminente catástrofe del calentamiento global tenemos que identificar lo que nos es caro y construir sobre ello, no sobre conceptos que hemos aprendido como “Cubos Negros” políticos.

La problematización del imaginario de nuestras ciudades

He tomado fotos de ciertas zonas de Caracas para acompañar esta charla, sobre todo el área alrededor de la Universidad Central, y algunas de ellas han estimulado reflexiones que quiero compartir aquí. Esta segunda imagen (2), por ejemplo demuestra la plaza de las Tres Gracias donde sauces llorones rodean una piscina pequeña y las tres damas en piedra se abrazan después de bañarse. Es un lugar encantador.

Pero nótese las ropas. En la superficie la foto trata de una broma: las tres señoras han dejado sus prendas al sol mientras cabriolean. Sin embargo, por debajo de la imagen hay algo más siniestro porque las ropas pertenecen a la gente sin hogar y las han lavado en el estanque, dejándole fangoso y turbio. Viven en una marquesina detrás de la escena. Alrededor de la Universidad hay buhoneros y gente sin techo que han fijado tiendas y espacios para dormir. El tercer cuadro (3) demuestra a un hombre joven que apenas se despierta en la tarde sobre una pila de colchones que llevará consigo durante la noche. Se ha dormido justo en la entrada de la Casa que Vence la Sombra.

Es una muestra de una triste desintegración social con que pareciera nadie sabe lidear. La Ciudad Universitaria de la Universidad Central fue creada como un monumento a la creación del saber por el Arquitecto Carlos Raúl Villanueva. Las plazas, edificios y los paseos fueron construidos por una clase intelectual, culta y más o menos acomodada económicamente. Los habitantes actuales de estos espacios tienen otra identidad. Podríamos decir que “nos” invaden, pero esto sería parte de un imaginario donde la necesidad de mantener una exclusión social, ya imposible, domina nuestra capacidad de análisis.

Beltrán (sf) refiere a los cambios en el imaginario de la ciudad en términos históricos en donde existe:

"una superposición y concentración de actividades y población en espacios reducidos, (y una) … “explosión urbana” o urbanización de zonas periféricas y absorción de núcleos rurales cercanos. Este tipo de metamorfosis urbana se manifiesta en una compleja interdependencia entre ciudad y núcleos menores, así como entre vivienda y trabajo, dando lugar a configuraciones características…."

La periferia ya se encuentra en las partes céntricas de la capital y las diferentes caras de la ciudad se confrontan nariz a nariz. La pobreza absoluta habita nuestro patio. Y no necesitamos ver la confrontación de manera tan dramática e incontrolable. La vemos en las calles todos los días. El buhonero aparece entre nuestros vehículos vestido de los mismo colores del tráfico.

En otras palabras, el imaginario incluye una confrontación inmediata y actual de las clases sociales. La solución en Caracas hasta ahora ha sido la creación de sectores distintos en donde “los ranchos” habitan los cerros, escondidos en plena vista. La foto de las casas de ladrillo (foto 1) fue tomado de una de las autopistas principales de la capital.

La comunidad

Las comunidades resultan de procesos imaginarios continuos. Los miembros son personas que viven y trabajan juntos. Hay muchos modelos para la idea de comunidad y no hay tiempo para revisarlos en esta intervención. Desde el punto de vista de lo imaginario podemos decir que los símbolos de la ciudad mueven los sentimientos de comunidad donde los valores en conflicto se concentran en los símbolos.

En los últimos días hemos vivido nuestra comunidad como una confrontación de lo imaginario, visto en términos de “revolución” o “defensa del derecho a libre expresión”. Dice al respecto Lozada (2006):

"En (un)… conflictivo contexto socio-político, donde se evidencia la confrontación de distintos modelos de desarrollo, competencia por el control del aparato estatal, la propiedad y administración de los recursos naturales y la defensa de nuevas identidades o ciudadanías de diferentes sectores sociales, también se produce un proceso de polarización social, caracterizado por un demarcamiento físico-simbólico de territorios y propuestas mutuamente excluyentes, provocando una fractura del tejido social y distintas expresiones de violencia política que limitan el manejo constructivo y pacífico de los conflictos y comprometen las posibilidades de convivencia democrática …"

En Caracas la demarcación físico-simbólico se encuentra en dos ejes: a) la identidad cerro / centro y b) la de este / oeste, donde la identificación política de los habitantes se concentra por región demográfico. No se trata de categorías absolutas, pero “todo el mundo” sabe que las manifestaciones contra el gobierno actual tendrán origen en el este, y el apoyo al mismo comenzará en el oeste de la ciudad.

La ciudad es una metáfora en donde la idea de comunidad asume corporalidad. Este y Oeste tienen connotaciones políticas en Caracas. Sus obras artísticas motivan manifestaciones de amor y odio. La estatua de María Lionza no sólo trata de una obra de arte, es una figura política cuya quiebra promovió una crisis política. La estatua de Cristóbal Colón motivó a las personas que niegan el concepto ideologizado del “descubrimiento” de las Américas a un acto de vandalismo.

Este no es el lugar para resolver las diferencias políticas y económicas de nuestra capital, pero creo que vale la pena señalarlas en este contexto. Los arquitectos y las personas que trabajamos con aspectos ambientales desde las ciencias sociales tenemos que abrir diálogos sobre quiénes habitan qué sectores de la ciudad y examinar juntos la posibilidad de hacer más viable nuestra conviviencia. Si los parques públicos se van convirtiendo en lugares de confrontación entre las clases sociales, hay algo que anda mal. Si hay sectores de la población que necesitan la laguna de la Plaza de las Tres Gracias para lavar su ropa, tenemos problemas ambientales y sociales graves.

La influencia del imaginario en la construcción de la ciudad

Existe un proceso de cuestionamiento que Wiesenfeld (1996) llama “un ciclo abierto de aspiraciones y realizaciones …(con relación a) la acomodación al entorno” (p. 70), donde las personas pueden darse cuenta de las contradicciones en sus expectativas y la valorización que dan a su ambiente. Estamos acostumbrados a ver los aparatos de aire acondicionado saliendo de las ventanas y no pensamos que el mundo no tiene que ser así. Si fuéramos a problematizar nuestros conocimientos nos resultaría evidente que la ciudad puede pensarse de otra manera. Las dos fotos (5 & 6) tomadas en la Ciudad Universitaria nos muestran que otras soluciones son factibles. El hermoso trabajo con ladrillos abiertos en un jardín interior de la Facultad de Farmacia nos evidencia por lo menos una solución alternativa al respecto.

Podemos decir lo mismo sobre la construcción de viviendas con materiales accesibles, cuyo diseño esté apropiado culturalmente y que estén protegidos contra los vectores de enfermedades tropicales. (foto 4). Yo misma he tenido la experiencia de trabajar en diseños participativos en un pueblo cerca a Caracas donde los vecinos consideraban cómo protegerse contra el leishmanias y el mal de Chagas, padecimientos endémicos en la zona.

La modificación del ambiente constituye la esencia de la tarea de los arquitectos y los urbanistas. Es mi opinión que los psicólogos ambientales podemos ayudar en esta tarea en la facilitación de la problematización en donde los usuarios de un espacio reevalúan su uso de los espacios de su contorno y en la estimación del efecto que tienen los espacios físicos en la conducta de las personas.

El ambiente y la conducta

El espacio físico de las ciudades refleja el imaginario de la sociedad que lo ha modificado. Cada espacio construido tiene un propósito que tiene sentido para los habitantes. Es justamente cuando los espacios pierden significado para los usuarios que se abandonan, se modifican, se destruyen o comienzan a contribuir a conductas indeseadas. Evocamos al respecto las escaleras del Parque el Calvario que una vez era un espacio elegante de paseo y ahora se ha convertido en un sitio peligroso que la mayoría de los caraqueños no recuerdan siquiera.

A veces es necesario descubrir estos sentidos. Por ejemplo, los patios, los zaguanes, las aceras y las escaleras significan más que canales para la circulación de las personas. Además de dirigir los pasos de los usuarios de un lugar a otro, son espacios de encuentro, lugares que pueden ser peligrosos, zonas que pueden inspirar una sensación de paz y sosiego o territorios de nadie.

Michel Foucault no emplea el vocábulo "imaginario" porque su enfoque proviene de los últimos años del estructuralismo en Francia, pero tiene mucho que decirnos sobre la relación íntima que existe entre el significado y el entorno. Uno de sus temas principales es la relación entre el poder y la cultura, especialmente como ésta se expresa en la forma física de las cosas. Tanto en La arqueología del Saber como en Vigilar y Castigar propone que el poder influye sobre la forma de todo, inclusive el cuerpo humano.

En el lenguaje que estamos empleado hoy en esta presentación diríamos que la manera que la sociedad ha elaborado su imaginario influye sobre el mundo construido y dicho mundo determina una gran parte de nuestra capacidad de acción. Foucault habla específicamente sobre los espacios que la humanidad ha creado para castigar a los infractores.

Foucault compara prácticas y espacios desde una perspectiva histórica. Describe el espacio donde ocurría el castigo 'monárquica' en épocas pre-modernas como plazas públicas donde se presentaban ejecuciones exhibidas y manifiestas. Era necesario tener espacio para que un gran público tuviera acceso a este tipo de evento.

Desde el comienzo de la modernidad en el Siglo XIX, sin embargo, el objetivo del castigo dejó de ser una advertencia a la ciudadanía, un ejemplo de lo que podría pasarles si desobedecían al rey. El nuevo castigo disciplinario tuvo como objetivo curar o rescatar al delincuente y se tornó privado donde "profesionales" (guardias, etc.) tenían poder casi absoluto y casi infinito sobre los culpables. Las actividades relacionadas con el castigo disciplinario ocurren detrás de muros impenetrables donde los encargados del proceso correctivo pueden ver, vigilar y custodiar a sus cargas. Por esto los presos se instalan en celdas de tres paredes con una reja hacia el pasillo donde se les puede supervisar durante los veinticuatro horas del día. La sociedad delega el poder de la vigilancia en sus profesionales, los psicólogos, los criminólogos, sociólogos y los arquitectos. En otras palabras se trata de una práctica del imaginario y un conocimiento donde participan activamente sólo algunas personas.

Pero la manejo carcelario es algo más que una serie de medidas profilácticas que ocurren en edificaciones especializadas. Lo que comenzó como una práctica humanizadora se volvió tenebrosa. El imaginario de estos lugares no termina con las estructuras físicas y las prácticas sociales. Dentro de ellos hay roles que también constituyen parte del saber social y nosotros, los portadores del sentido común los conocemos.

En los años 70 hubo varios intentos de estudiar, desde la psicología social, el efecto de lo que hoy en día llamamos imaginario social. Se encontró que personas ordinarias no sólo conocen los roles sociales, como aquellos de las cárceles, sino que tienen dificultad substraerse de estos papeles. Nos quedamos encandilados y paralizados por nuestro imaginario. En los experimentos psicosociales de Zimbardo (La experienca…, s.f.) se asignaron dos condiciones experimentales a personas "ordinarias": la del "preso" o la de la "guardián" y las ponían a vivir dentro de una cárcel. Tuvieron que cancelar la experiencia antes de lo previsto porque el comportamiento abusivo de los guardianes hacia sus cargas llegó a ser intolerable. El experimento ya es un clásico de la Psicología Social, y un punto de reflexión sobre qué induce conductas inaceptables en la gente, sobre todo después del tratamiento abusivo de parte de los soldados Británicos y los de los E.E.U.U. en Irak y Afganistán.

Una posible conclusión del trabajo de Zimbardo es que son las situaciones, que incluyen tanto los roles aprendidos culturalmente, como el espacio construido, que producen ciertas conductas violentas. Es decir, no se trata del carácter de personas individuales. ¿Cómo podemos crear condiciones sociales y ambientales más favorables para los usuarios de estos espacios? Esto también significa que la sociedad en su totalidad, por medio de la co-creación del imaginario social, es responsable por mucha de la violencia que ocurre en su seno. Si esto es verdad, la idea del encarcelamiento para los delincuentes no es una manera eficiente de construir un mundo más amable y más justo.

Conclusiones

¿Qué conclusiones podemos elaborar al respecto? Primero, lo imaginario del espacio es tan determinante en la creación de bienestar como los aspectos físicos del entorno. Se trata de lo que sentimos y pensamos personalmente sobre nuestras instituciones, contornos, relaciones y los símbolos que otorgamos a estos aspectos de nuestras vidas. A veces nuestras sensibilidades, metáforas y alusiones son complejas y aun contradictorias, tanto individual como colectivamente. Y este imaginario está embebido en fenómenos sociales como la repartición y los efectos de las relaciones de poder. El poder está en casi todos los objetos, por ejemplo:

1. Las llaves: ¿Quién tiene acceso a qué?
2. Las distancias: ¿Quién puede viajar dónde?
3. Las tecnologías: ¿Quién puede emplearlas?
4. La cadena de decisiones: Al final, ¿Quién decide?

Un aspecto de lo imaginario que hemos considerado importante es cómo lo hemos “naturalizado”. Lo aceptamos como normal, aun las facetas más inverosímiles, como las colas de carros y la presencia de violencia en nuestras calles e instituciones. Pero después de haber postulado la posibilidad de cambio, es decir, de poder desnaturalizar y problematizar lo que nos rodea, podemos cuestionar también si los males que nos acosan sean tan verdaderamente inevitables.

Nosotros, los sociólogos, arquitectos, psicólogos, educadores y los demás que tratamos con lo que determina el imaginario, podemos inventar maneras de convertirlo en nuestro aliado. Podemos construir un entorno que produce los efectos que deseamos y fomentar los símbolos que conducen al bienestar.

Referencias:

Almadóz, Arturo, (2003). La ciudad en el imaginario venezolano del tiempo de Maricastaña a Los pequeños Seres. Universidad Simón Bolívar. Trabajo de Ascenso presentado ante el Departamento de Planificación Urbano para ascender en el Escalafón Universitario al nivel Titular.
Beltran, José, (s.f.) Lla ciudad como experiencia: figuras desde el imaginario social. Revista Tenía, Nú 4: La Ciudad, Accesible en la dirección electrónica: http://www.revistateina.com/teina/libros/ciudades.pdf
El experimento en la cárcel de Stanford (s.f.), accesible en la página web: http://www.prisonexp.org/spanish/indexs.htm
Ferullo de Parajón, A.G. (1991). Hacia la construcción de un macro teórico en Psicología Comunitaria. Boletín de la AVEPSO, 14, (1) 23-29.
Foucault, Michel (1976). Vigilar y Castigar. Siglo veintiuno editores.
Foucault, Michel, (1970). La arqueología del saber. Siglo veintiuno editores.
Freire, P. (1972). La educación como práctica de libertad, Buenos Aires: Siglo XXI.
Freire, P. (1978). Pedagogía del oprimido, México: Siglo XXI.
Lozada, M. (2006). Caracas: Huellas urbanas de la polarización. En: Tulio Hernández (comp). Imaginario de la ciudad (Titulo provisional) Fundación de la Cultura Urbana, Caracas. (en prensa).
Wiesenfeld, E. (1996). El significado del barrio. Un estudio psicosocial. Revista AVEPSO, 19, (2), 63-72.
 
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