viernes, 9 de febrero de 2007

A MODO DE CIERRE: Evaluación participativa: Un enfoque construccionista

NOTA:
Citar como: Karen Cronick (2007). "LA EVALUACIÓN PARTICIPATIVA: UN ENFOQUE CONSTRUCCIONISTA". "A MODO DE CIERRE". TRABAJO DE ASCENSO PRESENTADO ANTE LA FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN EN LA UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA


Creo que lo más apropiado para concluir estos pensamientos, es retomar algunas de las preocupaciones enunciadas en la Introducción de este libro. Entre ellas tal vez las más importantes son: a) la libertad y la participación, b) nuestra capacidad para crecer, c) nuestro mundo lingüístico y simbólico y d) la síntesis dialéctica de los procesos de la elaboración de un proyecto de cambio: el logro de consenso y la elección final de las construcciones sociales individuales y colectivas.

He alejado del formato usual para cerrar un libro porque he introducido análisis nuevos en este capítulo final. Lo hago, sin embargo en el espíritu de la Investigación Acción Participativa en donde cada nueva reflexión debe conducir a nuevas acciones. Dejo para mis lectores iniciar estas faenas, que pueden comprender respuestas y dudas con respecto a lo que he escrito en estas páginas. De hecho, uno de mis propósitos en esta tarea ha sido contribuir al diálogo sobre la evaluación, la participación, la democracia y la libertad.

1. LA LIBERTAD Y LA PARTICIPACIÓN

Mucho de lo que he escrito para este volumen tiene que ver con la libertad. Es una construcción social de muchas facetas y talantes. He tratado de ir más allá de las fórmulas fáciles y todavía no me atrevo a definirla, pero puedo resumir y añadir algo a lo que he presentado hasta ahora con algunas afirmaciones abreviadas.

Primero, como dijo Freire, nadie se libera sólo. Es un logro colectivo y participativo, aun cuando se trata de un escape, aparentemente individual, como cuando el hijo o hija, en sus intentos de convertirse en hombre o mujer, se aleja de la tutela de sus padres. A pesar de sus esfuerzos personales, el individuo vive inmerso en modelos ontológicos que le sirven como bases para sus propias construcciones posteriores. Si la libertad es colectiva, entonces está sumergida en procesos complejos de participación. En este sentido, los modelos libertarios son como los idiomas que preexisten a los hablantes. Podemos decir muchas cosas nuevas, pero ellas siempre tendrán raíces lingüísticas y conceptuales en el pasado.

La participación que conduce a esta libertad indefinida, pero al mismo tiempo ancestral y arraigada en nuestra cultura o mundo de vida, es producto del esfuerzo colectivo de seres capaces de lenguaje, razón y acción, es decir, “agentes”. Este esfuerzo ha sido una prolongada y desordenada reflexión compleja que podemos hoy en día sistematizar bajo las condiciones de la “evaluación participativa” (EP).

Segundo, la participación no encamina directamente a la generosidad y la apreciación de las necesidades de los demás, por lo menos en el comienzo de un proyecto de EP. La capacidad de intersubjetividad es el producto de la problematización y potenciación dialéctica y contextual de las necesidades individuales e institucionales. Inicialmente los participantes se preguntan: “¿Qué hay aquí para mí?” A veces, inclusive, el fortalecimiento individual no se relaciona indiscutiblemente con la potenciación del grupo.

Hay muchas preguntas abiertas todavía sobre la relación que existe entre participación y potenciación, y la relación entre ambos y la libertad. ¿Cuáles son los límites que la potenciación impone sobre la libertad de los individuos y los grupos? ¿Cuáles responsabilidades tienen al respecto? (Bates, s/f).

Tercero, como nos enseño Hegel, la libertad es algo que se aprende, como la capacidad de participar productivamente en proyectos colectivos. Nadie puede definir la libertad de manera concluyente, y aunque todos la hemos experimentado, jamás nos pondríamos de acuerdo al respecto. En Caracas, en marzo 2006, más de mil personas se desvistieron en el centro de la ciudad bajo de dirección del fotógrafo Spencer Tunick (anon, s.f.a, s.f.b). Los participantes saltaban de alegría con un gran sentido de estar libres de sus prendas que muchos sentían como disfraces. Pero una emoción transitoria no termina de definir el concepto. He dicho desde el principio que la libertad debe ser disciplinada y, como la intencionalidad, debe conducir a otros logros.

Cuartro, hay límites estructurales impuestos sobre la libertad. Entendemos que la libertad individual existe únicamente como espacios de elección ya elaborados por la sociedad, o emergentes en un sentido colectivo, no sólo porque los proyectos se construyen socialmente sino también porque cada sociedad impone demarcaciones sobre lo permitido y aun sobre lo que se puede pensar. En la Edad Media, San Simeón pudo elegir aislarse entre la tierra y el cielo colocándose sobre una columna de piedra; desde este espacio vital y circundado por una balaustrada el santo pronunciaba homilías y dictaba juicios. Su rango de influencia, proyectado desde aquel escenario específico, se extendía por una gran parte del mundo cristiano, pero aun esta figura tan célebre tuvo que prometer obediencia a representantes de la iglesia celosos de su prestigio. Me gusta el ejemplo de este santo porque el espacio donde eligió vivir sirve de metáfora por los setos, desde donde y desde siempre, visualizamos al mundo.

Hoy en día, la libertad y la participación en el mundo occidental existen dentro de estructuras políticas de autogestión (como la democracia) que intentamos evaluar y luego introducir cambios en cómo nos relacionamos entre nosotros y con el mundo físico. Ellas están ceñidas por muchas limitaciones como los recursos disponibles, las relaciones de poder que nos rodean y los cotos físicos impuestos por la ecología del planeta Tierra.

2. NUESTRA CAPACIDAD PARA CRECER

No todo cambio puede considerarse como crecimiento, en el sentido de la capacidad aumentada de producir bienestar físico e intersubjetivdad entre las personas y los grupos. De hecho, a partir de la libertad de elección a veces producimos cambios adversos. Este problema se relaciona con la noción de necesidades. En los capítulos anteriores he hablado de como el evaluador debe intentar potenciarlas por medio de la inclusión de muchas voces y fuentes distintas de información.

Para cerrar este tema voy a considerar el discurso en sus niveles universales y restringidos. Los proyectos políticos que tienden hacia soluciones infortunadas están obligados a cercar el acceso que los participantes tienen a información adversa al proyecto en cuestión. Algunos grupos resuelven el problema adoptando ideologías y creencias fundamentalistas que no admiten contra argumentos. De esta manera los mismos partidarios y demás seguidores del grupo asumen la tarea de circunscribir sus fuentes de información a lo aceptable para el referido colectivo. En otros casos quienes detentan el poder se encargan de dicha circunscripción por medio de secretos de Estado, censuras, y tácticas de vigilancia, control y miedo.

Pero en la evaluación participativa no sólo se trata de abrir las puertas a muchas fuentes de información, también hay que permitir y fomentar el cuestionamiento individual del conocimiento. Las personas tienen que “crear sentido” a partir de la información que reciben. El siguiente párrafo es una hermosa descripción de este proceso de cuestionamiento, que además es distinta de nuestra apreciación “occidental”:

“No existe en árabe una palabra que signifique ‘un individuo’, en un sentido separado de la historia, de la sociedad, etc. Ahora, la palabra en árabe para ‘diálogo’ es: ‘tanakosh’. ‘Tanakosh’ viene de una raíz que significa lo mismo que ‘cincelar una piedra’. Cuando tallas una piedra formas un diseño en ella que la convierte en una escultura o en otra cosa. Cuando discutimos, el sentido es ‘tallar los corazones de los demás’ – que significa que te doy algo un poco más bello, y tú también me haces un poco más bello a mi. No significa que quiero cambiar tu punto de vista por el mío. Ni significa que sólo uno de nosotros podemos ganar la discusión…. “(UNESCO-CCNGO/EFA, 2003, párrafo 15).

Este planteamiento retoma lo que he venido diciendo sobre la necesidad de la inclusión, tanto por parte de las personas involucradas en una evaluación participativa como por medio de textos escritos. Se trata de la mezcla de muchas afirmaciones locales, donde hay acuerdos y desacuerdos, pero sobre todo, hay comunicación abierta. Esto no puede ocurrir cuando un texto o afirmación tiene pretensiones de hablar en nombre de valores o verdades “universales”, en tal caso sería algo que no puede discutirse porque es verdad de antemano y por consenso ecuménico.

Para Perelman y Olbrechts-Tyteca (1952/1989, p. 70) la forma de argumentación puede variar según el auditorio. Este último puede clasificarse en tres categorías: a) toda la humanidad, b) un grupo particular de interlocutores y c) el propio sujeto cuando delibera internamente. En el mismo sentido estos autores hacen la distinción entre argumentos persuasivos y convincentes. Para un auditorio particular, (PI con construcciones sociales propias sobre algún asunto, las cuales están restringidas por el tiempo y el lugar) el orador debe usar argumentos persuasivos, esto es, argumentos adaptados a la situación y al auditorio. Por otro lado, los argumentos convincentes son aquellos que “se supone... obtiene(n) la adhesión de todo ente de razón” (p. 67). Dicen Perelman y Olbrechts-Tyteca que una argumentación dirigida a un auditorio universal debe convencerle en términos de demostraciones universales y kantianas,

“…del carácter apremiante de las razones aducidas, de su evidencia, de su validez intemporal y absoluta, independientemente de las contingencias locales o históricas” (p. 72).

Sin embargo, hay razones para dudar de la existencia “real” de un auditorio universal. Como señalan los mismos autores,

“Las concepciones que los hombres se han dado a lo largo de la historia, ‘hechos objetivos’ o ‘verdades evidentes’ han variado lo suficiente para que desconfiemos al respecto” (p. 74).

Por esta razón, Perelman y Olbrechts-Tyteca (1952/1989) creen que el auditorio universal, en la práctica, es una construcción que l’influenceur compone por razones retóricas “a partir de lo que sabe de sus semejantes” (p. 75). No se trata de un auditorio real, sino de una construcción social de valor retórico que se emplea para dar validez a los argumentos. Sin embargo, la argumentación que se dirige a la producción de "razones no apremiantes", (es decir, razones que no obligan debido a la presión, al uso del poder y a la coerción) es el vehículo para que los auditorios particulares puedan lograr acuerdos sobre las jerarquías que establezcan para sus valores y cogniciones.

4. NUESTRO MUNDO LINGÜÍSTICO Y SIMBÓLICO

A partir del párrafo citado arriba sobre la diferencia entre la palabra árabe “Tanakosh’ y la idea de “dialogo” en Occidente, hablaré sobre el papel del lenguaje y “nuestro” mundo de vida en la elaboración de “nuestras” construcciones sociales. El párrafo fue extraído de una trascripción de discusiones en el marco del foro en Porto Alegre en el año 2003. Quien habló es una mujer árabe. Entre sus quejas, que no aparecen en la cita, planteó que nadie la incluyó en los debates donde adoptaron la Declaración Universal de Derechos Humanos. En mi propio mundo de vida, esta Declaración habla en mi nombre, siento orgullo de ella como si la hubiera escrito yo. Pero la autora de la cita no comparte mi satisfacción porque su mundo de vida requiere otra elaboración sobre derechos. Evidentemente tal como están ahora, conformes al punto de vista europeo y norteamericano, no son “universales”.

El punto es que somos los herederos de los mitos, leyendas, cuentos y tradiciones de la cultura donde nos hemos criado. Este contenido cultural nos muestra lo que tiene sentido: define lo sagrado, lo heroico, lo sabio, esto es, todo lo que “vale la pena”. La evaluación participativa quisiera, por medio de la problematización, insertar un cierto tenor racional en la cultura que pudiera permitirnos analizarla con criterios “mejores”. En cierto sentido, esta racionalidad interviene entre el contenido mítico y nuestro entendimiento; de hecho no queremos ser como los griegos que vivían los dramas de sus poetas Sófocles, Esquilo y Eurípides con fervor piadoso. Podríamos decir que somos los hijos de los Enciclopedistas y de la Ilustración europeos.

Sin embargo, nuestra cultura contiene todo, tanto los mitos como la Ilustración. La opera de Mozart La Flauta Mágica (una obra singular de la Ilustración) contrapone justamente estos elementos: propone que la razón puede conquistar al miedo y la superstición: Tamino, el príncipe, se encara a la Reina de la Oscuridad y las pruebas del fuego y del agua, y al final gana el reinado de la belleza y la sabiduría.

Siento que Habermas (1970) habla todavía en nombre de esta misma Ilustración con su creencia Jeffersoniana en la capacidad de la democracia, la razón y la comunicación. Dice que existen “siempre ya” criterios como la compresibilidad, la sinceridad y la legitimidad para juzgar la validez del discurso que permiten a las personas entenderse. Dice además que el tipo de instrumento epistemológico empleado por los evaluadores va a producir estilos particulares de conocimiento. El positivismo va a producir conocimientos instrumentales mientras el método hermenéutico tiende hacia la producción de conocimientos prácticos. En cambio los métodos críticos que toman en cuenta las estructuras de poder y las motivaciones de los participantes tendrán como producto final el conocimiento emancipatorio.

De esto se trata la EP. Se propone emplear criterios como la inclusión y la resolución de las construcciones sociales individuales para lograr mayor entendimiento entre los participantes.

5. LAS CONSTRUCCIONES SOCIALES INDIVIDUALES Y COLECTIVAS:

Creo que a estas alturas está claro que me refiero a algo más que la evaluación de proyectos sociales, a pesar de que éste sea el tema principal de mi trabajo. Existen métodos para la colectivización de las construcciones individuales, algunos de los cuales he incluido en este libro. No es suficiente nombrarlos: es importante considerar los fundamentos epistemológicas y éticas que les subyacen. Se trata de un proceso cambiante donde no se puede encontrar una construcción conclusiva y final. Sobre la base de algunos acuerdos iniciales (por ejemplo, una constitución nacional, el planteamiento de la visión y la misión de una organización, el documento constitutivo de una ONG, la identificación de una necesidad sentida), se construyen nuevos acuerdos y a veces se modifican los documentos originales.

La secuencia de la elaboración, el cambio, el consenso, la elección y la evaluación de acuerdos colectivos es la base de cualquier evaluación participativa, pero además constituye el fundamento de nuestra vida social, por lo menos la parte de ella que se asocia con el modelo liberal de la institucionalización. Pero no se trata sólo de los acuerdos intersubjetivos. Hay intercambio entre la praxis, la reflexión y la teoría, mediado por el intelectual orgánico en el sentido gramsciano. Los facilitadores pueden ocupar este espacio social, pero también pueden fungir metafóricamente como cámaras acústicas (como hacen los violines o guitarras) capaces de devolver las vibraciones que reciben de los grupos donde trabajan, enriquecidas con diversas resonancias. Por esta razón deben conocer las diferentes opciones teóricas sobre la intervención y la evaluación, sus historias y sus límites. Este conocimiento forma parte de su preparación; de hecho el facilitador tiene que ocuparse constantemente de su formación en los aspectos humanísticos, científicos y estéticos de su cultura.

El aislamiento, la intransigencia y la xenofobia de la conciencia ingenua hegeliana que mencioné en la introducción de este volumen tienen que madurar durante la facilitación de una evaluación participativa. La negación y luego el usufructo del Otro ceden cuando este Otro se da cuenta que no es una “nada” y comienza a planificar y producir resultados concretos. Tal vez el logro de la resolución que hace Hegel al final de su alegoría, cuando el esclavo se da cuenta que es un individuo capaz pero también es parte de una colectividad, es la meta que buscamos en la EP. Deseamos facilitar este cambio. Deseamos, además, que las personas no sólo puedan evaluar proyectos particulares de cambio social, sino que también que se den cuenta que son agentes capaces de lenguaje, razón, elección, acción y libertad.

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